domingo, 5 de agosto de 2007

Agosto

Ya veo, o creo ver.

El primero de agosto es una especie de inicio, como si la astronomia viniese a ejercer una fuerza, las personas normalmente decente suelen darle mucha importancia. Así como ir a trabajar los lunes. Yo siempre me propongo que es un día igual que otro, pero por la cara de la gente me doy cuenta que es una estupidez, por eso trato de pensar en otra cosa.
La gente creo que también lo hace, sólo que no dice una palabra y menos lunes. Es como si realmente se sintiese el peso de saturno muy cerca. Es una fuerza nefasta, hay otras del calendario mas gratas como san Juan, o los carnavales, en el sentido que la gente tiene cara de estar todo bien.
En Buenos Aires, Agosto es como Los Andes, una cordillera que se debe atravesar, a veces con muchas estufas para no olvidar el verano. En este sentido la gente lo lleva con cara de educada, sin una palabra de más pero tampoco de menos. Digamos que no hay ninguna fiesta en el invierno, casi todas son fiestas civicas de la República. Pero los sábados a la noche los chicos se juntan en bares sudorosos a escuchar música y mirar chicas lindas.
En el calendario no están marcados, o mejor dicho están marcados en la columna de los sábados. Quizás en una noche se hizo una pelicula, pero ésa es otra costelación de estrellas. Las que uno vé a veces en el campo o cerca del río son celestes y brillan apenas. En invierno casi nadie sale a la calle, y si lo hace es para refugiarse en otro interior. Por eso me sorprendió cuando vi a una chica caminando por Palermo, sola, como si estuviera caminado por su jardin, porque el parque es inmenso, casi no existen las vallas, y sin más tranquilidad que su abrigo oscuro de lana parecia olvidar. Ella se abrigaba sin saberlo con sus brazos, hasta que mis pasos sobre el camino de cemento delataron los sonidos. Como si no la hubiera visto continué, pensando sólo el momento para mirarla. Sin saberlo, o mejor dicho, sin tener porqué saberlo, apareció a toda velocidad un perro o perra, lo mismo da, giraba sobre su cola de zorro en tanto que en un segundo se hacercó a mi camino. El mismo en que empecé a pensar, vaya tonteria con el maldito animal. Cuando quise girar para ver qué habia sido de ella, ella misma me buscaba con sus brazos, casi sonriendo.
Aquello fue grato, no tanto al darme cuenta que ella buscaba a su perra que hociqueaba por detrás mío, su sonrisa era por mi cara. Sería seguramente inocente, pero para ella fue cómica. Ya para cuando le hice el chiste del paseador de perros nocturnos, sólo se rió mientras la perra se tranquilizaba cerca de nuestra conversación. Sin darme cuenta, antes, algunos paseantes pasaron a nuestro lado. Ya estaban perdiendose por el camino del parque con sus voces. Despues seguramente nos fuimos por el nuestro, sin saber que era Agosto y encima primero.
En este caso los recuerdos o la ficción nos dejan utilizar el calendario según nuestras necesidades.
Seguramente sábado se escribe con ese por el recuerdo de una sonrisa en invierno, aunque haya sido un lunes o cualquier otro dia. Lo importante es su abrigo de lana oscura y sus manos blancas.